Santuario de la Virgen de Inodejo

Santuario de la Virgen de Inodejo

El Santuario de la Virgen de Inodejo es un santuario católico mariano situado en la sierra que lleva su mismo nombre, a 5 kilómetros de Las Fraguas y a 28 kilómetros de Soria, en España. Un Viacrucis precede el camino hasta llegar a la ermita.

Una de sus peculiaridades es que está en medio de la sierra alejada de cualquier municipio. También como curiosidad, la existencia de un montículo pelado próximo al santuario en el que es fácil encontrar pequeños fósiles «equínidos del terciario», que son llamados «piedrecitas de la virgen». Se desconoce el origen del montículo, al cual se le han atribuido diversas leyendas como la que en él están enterrados los famosos «bolos de oro», aunque seria mas posible que el pequeño cerro, sea realmente un túmulo ibero, y que dichos fósiles no sean otra cosa que ofrendas al difunto o ajuar funerario.

El peregrinaje a Inodejo es multitudinario durante las fiestas principales, y reúne a los creyentes de los pueblos de su alrededor. Las romerías se realizan el domingo de La Trinidad en junio y el segundo domingo de septiembre.

La leyenda popular cuenta que la Virgen se apareció encima de una encina a un pastorcillo de Las Fraguas, manco de la mano derecha. Ella le ordena ir a buscar a su padre, y el pastor obedece, pero al verle éste le recrimina haber abandonado el rebaño. De vuelta, se repite por segunda vez el mandato, pero mientras hablaban una de las ovejas se aparta del resto. El muchacho le arroja una piedra, y la Virgen le pregunta por qué no ha utilizado su mano derecha, a lo que le contesta: «Señora, hace tiempo que me falta». La virgen le insiste que lo haga, y entonces él siente la mano que le faltaba pudiéndola usar con normalidad. El pastor cuenta el milagro en el pueblo, y pronto se extiende a los pueblos de la comarca que acuden al lugar para contemplar la imagen sobre la encina. Ante el deseo de la Señora de que le construyeran un templo, a cambio de protección, todos aquellos pueblos se la disputan. «Nosotros le haremos un templo», le decían. Y a todos contestaba lo mismo: «¿Y si no dejo?». Frase con la que ingenuamente se intenta explicar el origen de su nombre, Inodejo.